Solo en el mundo, después del terremoto que asoló Nepal, el pequeño Balmani escapa del orfanato y se adentra en el denso bosque, tratando de encontrar el camino de regreso a Katmandú. Su destino se cruza con el de un cachorro de tigre de Bengala, capturado por una banda de cazadores furtivos. El niño logra liberar al tigre de la jaula en la que lo han encerrado y lo lleva consigo, convencido de que, si logran llegar a Taktsang -antiguo monasterio en la cima de las montañas conocido como “La guarida del Tigre” (según la leyenda, el gurú Rimpoché, volando desde el Tíbet a lomos de un tigre, aterrizó en una cueva debajo del monasterio)- ambos estarán a salvo….El niño y el tigre
Critica:
una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia…. El niño y el tigre